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I+D Revista de Investigaciones ISSN 2256-1676 / ISSN en línea 2539-519X
Volumen 12 Número 2 Julio-Diciembre de 2018 pp. 70-76
andamiaje organizacional con la unión de una clase
obrera preparada para cada trabajo y con condiciones
óptimas de trabajo, lo que garantizaría no solo la
estabilidad y la correcta ejecución sino el incremento
de la productividad (Ariza, 2015), yendo más allá de
las expectativas individualizadas del capitalismo y del
sistema fabril reinante.
En su sistema, los obreros tenían unas claras diferencias
con los demás centros fabriles; por un lado, redujo
considerablemente la jornada de trabajo, se preocupó
por salarios acordes con el desgaste del trabajador,
fomentó la elevación de vida de los obreros, fundó
comités de ahorro y de seguros, e impulsó la creación
de viviendas propias para los trabajadores y se opuso
tajantemente al trabajo y la explotación infantiles.
Por otra parte, en sus intentos por reformar la sociedad
asumió que el benecio producido por el capital
debe pertenecer completamente a la comunidad, de
esta forma todos los actores de la comunidad deben
participar en la consecución del benecio (Santos, 2000).
Estos postulados contribuyeron enormemente a la
unicación de los obreros ingleses en un sindicato único,
lo que los convirtió en los primeros en crear sociedades
cooperativistas. Asimismo, Owen aseveraba que en estas
sociedades cooperativistas el valor está determinado por
el trabajo empleado en la producción de una mercancía,
no como en el capitalismo, en el que los productos del
trabajo van a parar en las manos de los que no trabajan,
y el trabajo humano no obtiene su valor natural.
La responsabilidad social y el cooperativismo
Oweniano
El ser humano es un ser social por naturaleza; bajo este
principio biológico es que la sociedad ha construido,
entre otros, su acervo cultural, económico, político y social
(Alsina & Bravo, 2006). En este sentido, y desde los albores
de la humanidad, el hombre ha generado asociaciones y
grupos que le permiten alcanzar objetivos que de forma
individual le serían imposibles. Estas asociaciones que al
principio se dieron de manera espontánea evolucionaron
hasta convertirse en una práctica planicada, intencional
y en el que cobran sentido las prácticas administrativas.
La explotación de los recursos y de los individuos que
pertenecen a tales asociaciones, no hace parte de la
naturaleza intrínseca del ser humano, su aparición
se da más como resultado de modelos basados en el
egocentrismo y en la necesidad de poder que ha sido la
base y el soporte del capitalismo.
Por esto, cuando Owen promovió la cooperativa como
instrumento de reforma moral y política, basado en su
ingente aprobación de la perfectibilidad del ser humano
mediante la educación y la mejora de sus condiciones,
fue tipicado de socialista, y, como si eso no fuese
suciente, lo tildaron de socialista “utópico”. Sin embargo,
la propuesta de Owen era clara en la medida que
evidencia que la organización de una unidad productiva
basada en el cooperativismo era la mejor para alcanzar
los benecios, porque dentro de ella el incentivo para
el trabajo es mayor que el mero salario (Santos, 2000);
de esta manera, la máxima prosperidad taylorista –que
sería la búsqueda desde entonces hasta nuestros días–
está garantizada sin necesidad de la superexplotación
del hombre, sino más bien basada en una creciente y
sustentable administración de las relaciones laborales.
La propuesta de Owen muestra un sistema solidario, cuyo
eje valorativo fundamental reposa sobre una visión de
responsabilidad social compartida, en la que las partes se
articulan con el sistema mientras esta gira en un entorno
denido. Owen, a través de sus experiencias en New
Lamark, evidencia que en este caso la ciudad o centro
fabril puede mejorar la sociedad a través de la creencia
en la perfectibilidad del hombre, de comportamientos
de no explotación y objetivos transparentes e íntegros
respaldados por el compromiso del dueño de los medios
de producción. En esencia, Owen pone en práctica una
serie de acciones voluntarias que van más allá de las
estrictas obligaciones legales y laborales, que buscan
el desarrollo del personal, el desarrollo comunitario, la
protección del medio ambiente y, en últimas, legitimar
y reivindicar los derechos laborales, y, sobre todo, los
derechos humanos.
La visión oweniana da cuenta de una serie de acciones
que favorecen a la gran mayoría de los miembros de
la empresa, incluidos los trabajadores de todos los
niveles, la comunidad y el entorno en el que impacta. La
estructura democrática con que está concebida va más
allá de las ganancias cortoplacistas de los centros fabriles
de esa época, lo que muestra la gran visión de sociedad
con la que se formuló (Kumar, 1992). Entre los elementos
que se rescatan de la visión oweniana y que permean las
estructuras modernas están: la autorresponsabilidad, la
autoayuda tipicada en su idea del monitor silencioso,
la democracia, la igualdad y la equidad, evidenciadas
en su inherente necesidad de capacitación y educación
para todos sus trabajadores y del concepto del cuidado
del otro. En esta visión organizacional se ve cómo las
iniciativas colectivas a partir de intenciones colectivas y
compartidas por sus miembros, necesitan menor nivel de
control, ya que en esencia cada miembro es socialmente
responsable de su trabajo, lo que permite avanzar en
la dedicación de esfuerzos organizacionales y hacia la
generación de benecios económicos. Del pensamiento
CARLOS ALMANZA, PILAR PULIDO, YEISSON TAMAYO
Análisis del cooperativismo desde la visión de Robert Owen como visión de responsabilidad social