Una cultura de honestidad como estrategia educativa contra el plagio académico en estudiantes universitarios
I+D Revista de Investigaciones ISSN 2256-1676 / ISSN en línea 2539-519X
Volumen 17 Número 1 Enero-Junio de 2022 pp. 158-165
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Actualmente en el ambiente educativo en general, el acto
de plagiar se encuentra incluido en el listado de las
conductas de deshonestidad académica que conducen a
sanciones disciplinares puntuales; sin embargo, al
estudiar los móviles de cada caso el nivel de
responsabilidad podría variar de uno a otro. Por ejemplo,
durante el nivel educativo de la secundaria e incluso en
los inicios del primer semestre de la universidad podría
encontrarse estudiantes que incurren en plagio académico
por verdadero desconocimiento de las normas y pautas
metodológicas de la escritura académica (Mejía &
Ordóñez, 2004; Ordóñez et al., 2006). Al respecto resulta
frecuente encontrar textos donde se percibe claramente
que el estudiante parafrasea, pero no referencia la fuente,
coloca textos entrecomillados, pero omite la cita
respectiva o al redactar el listado de referencias encuentra
dificultad para agregar los datos cuando se trata de
imágenes o tablas, capítulos de libros con editor, artículos
de periódicos, tesis, páginas web, etc.
En situaciones como las anteriores donde no hay
intención dolosa de parte del estudiante, las instituciones
de educación han de tomar medidas fundamentalmente
formativas sobre el tema. Pero otro caso muy distinto es
aquel, donde el estudiante comete plagio, sabiendo que
su obrar ha sido claramente deshonesto y sin embargo así
publica el texto plagiado colocando allí su nombre como
si realmente este fuera de su autoría; cuando el proceder
alcanza este nivel, el estudiante incurre en una conducta
demasiado grave que indiscutiblemente conduce, de una
parte a una sanción disciplinaria (Baiget, 2010; Campos,
2006) y de otra a que se le provea los refuerzos necesarios
en cuanto a metodología de investigación y escritura de
textos académicos. Respecto a este nivel de plagio, ha de
prestársele especial atención a los textos que los
estudiantes presentan para cumplir con las entregas de
trabajos de corte de semestre, trabajos de grado y tesis de
posgrado.
Un segundo punto para la reflexión tiene que ver con la
causalidad del plagio. Se suele pensar que quien comete
plagio es porque quizá presenta fisuras en su proceso de
desarrollo moral en lo relacionado con el sentido de la
responsabilidad, el valor de la justicia y el respeto a la
propiedad ajena. Ordóñez et al. (2006, p. 41) refiriéndose
al plagio de los estudiantes critica esta postura afirmando:
En efecto, si son las características personales de
los estudiantes, su irresponsabilidad e
inmoralidad las que explican este fenómeno,
entonces 94,5 o 95,5 % de nuestros alumnos no
han alcanzado un apropiado desarrollo moral.
¿Realmente es posible pensar que casi todos
nuestros alumnos son irresponsables o
inmorales? Es una conclusión difícil de aceptar.
A cambio de focalizar el análisis del fenómeno del plagio
en el desarrollo moral de los estudiantes, quizá
convendría explorar el amplio espectro de creencias que
circulan en los contextos universitarios respecto a la
realización de los trabajos escolares y la aprobación de
las asignaturas:
La mayoría de los jóvenes saben que los diferentes
tipos de fraude son faltas serias (…) y al mismo
tiempo las aceptan como formas de tener éxito
académico, porque sus creencias alrededor de lo
académico lo permiten. (…) Las creencias
estudiantiles (…) pueden estar construyendo ya
toda una cultura, un conjunto de significados
compartidos que hace que sea posible que el
fraude ocurra como parte natural de la actividad
del estudiante universitario (Ordóñez et al., 2006,
p. 41).
Martínez & Ramírez (2018) en relación a los estudiantes
que cometen plagio, encontraron que ellos saben que
llevarlo a cabo es claramente un proceder académico
incorrecto, pero lo realizan cuando el estimativo personal
de costo beneficio les resulta favorable, es decir,
proceden cuando perciben que la probabilidad de recibir
sanciones fuertes si su plagio es detectado es baja y la de
obtener calificación aprobatoria es media o alta. Al
respecto, resulta reprobable que el estudiante acuda al
engaño, el fraude y la mentira como medios para
conseguir objetivos desleales. Lo anterior preocupa,
porque si el estudiante no realiza las actividades
académicas de manera apropiada se afecta el proceso de
aprendizaje de los contenidos de las asignaturas, y
además podría formarse un hábito que al extenderse al
contexto laboral resultaría contraproducente tanto para el
profesional como para la sociedad (Diez-Martínez,
2015).
Otro factor de alta relevancia que induce al plagio a
numerosos estudiantes universitarios tiene que ver con la
escasa o precaria formación que estos han recibido
durante el bachillerato y la misma universidad en cuanto
a métodos de estudio, metodología de la investigación,
lectura crítica y redacción de textos académicos. Las
limitaciones formativas en estos campos, hace que estos
queden más propensos a acudir al plagio para cumplir con
los compromisos académicos de modalidad escrita que
les van asignado (Alfaro & Juárez, 2014).
Otro punto crítico para reflexionar acerca del plagio, lo
constituye la frecuente evasión de responsabilidad de los
estudiantes universitarios cuando son sorprendidos o
amonestados por estos hechos (Ordóñez et al., 2006). En
lugar del reconocimiento de la porción de
responsabilidad que corresponde a su actuar no ético, a
menudo estos la diluyen, la desvían e incluso la justifican
en el exceso de carga académica que poseen, en la escasa
formación recibida en metodología de la investigación,
en el poco interés que despiertan algunas asignaturas que
ofrecen los pénsums de sus carreras, en la permisividad